Mal dormido

La primera noche discutió con un amigo, nada grave, pero lo suficientemente serio para que ambos alzaran la voz, ni dinero, ni política, ni deporte, algo personal, aspiraciones de la vida y algo de tener los pies en la tierra que le rechinaba, su amigo se retiró y sin mala intención azotó la puerta, el ruido del golpe en conjunción con el despertador lo transportaron de aquel contexto al limbo brumoso de la mañana. Estaba dormido, soñando. No era tan grave para sentenciarlo como pesadilla, pero si le sorprendió lo vivido de la experiencia onírica, los detalles eran fugaces, donde estaban, que vestían, como se originó la discusión, luego de desprenderse de la almohada habían desaparecido, pero las sensaciones, los sentimientos, estaban ahí, la cólera de la discusión, el ardor de la laringe fumadora por levantar la voz, estaban ahí, por supuesto que todo tenía su argumento y no tenia que ser considerado como algo mas de lo que realmente era, un sueño.
Soñó la siguiente noche que su amigo lo llamaba, - Disculpame, es tu vida, ¿viste como soy yo? Me gusta lo estable (...) si (...) no (...) dale, el miércoles me parece bien (...) hasta luego. Cortó. Se sentía aliviado de no tener que haber hecho nada para solucionar el pormenor con su amigo, orgulloso de que entendiera que el era distinto, el teléfono volvió a sonar, nuevamente, sucedido por el despertador, de nuevo estaba soñando. Estaba demasiado cansado para recapacitar en la continuidad de sus sueños, en la sucesión de hechos premeditados que parecían violar lo azaroso del reino de Morfeo.
El día transcurrió sin sobresaltos pero con una fatiga increíble, se sentía como si llevará un día completo sin poder descansar.
A la tercera noche se durmió tan rápido que no se dio cuenta. Se encontró en el bar con su amigo como habían acordado, abrazos, disculpas. Se sentaron en una mesa al fondo del lugar opuesta al baño, el sol caía sobre su lado de la mesa pero por el ángulo de la pared no iluminaba la robusta figura de su amigo que permanecía con su abrigo negro. Conversaron por aproximadamente una hora, pago $50 por el café y se tomó un taxi para volver a su casa, apenas abrió la puerta escuchó el despertador. Sentía como si hubieran pasado segundos entre el momento en el que se quedo dormido y la impertinencia del despertador, estaba agotado, se esforzaba en razonar ¿realmente había dormido? ¿había ido al café con su amigo? Decidió llamarlo, eran las 7 de la mañana, la explicación de semejantes incoherencias a dicha hora de la mañana acabó por resultar en la lógica molestia de su amigo. Evidentemente aquello era un sueño, pero la secuencia de hechos le inquietaba de sobre manera, la lucidez de los detalles le provocaba algo similar al miedo ¿que debía pensar?
Decidió tomarse el día para descansar. Pasó todo el almuerzo meditando si debía dormir esa noche, quizás podía romper esa cadena de sueños que tanto le agotaba. Acabó por razonar que dejar de dormir era una estupidez, además de una imposibilidad. A las 7 de la tarde estaba tan cansado que decidió bañarse con agua helada para espabilar. El remedio casero le duro dos horas y 9:15 quedó dormido sobre su cena.

Abrió la puerta de su hogar y encontró la cena sobre la mesa, supo que estaba dormido debido a la falta de cansancio. Lo devoró el pánico, era evidente que estaba soñando y que algo no estaba bien. La realidad y sus sueños parecían carecer de fronteras. El reloj del comedor daba las 9:20, llevaba 5 minutos dormido, pensó en la ducha helada y corrió hacia el baño, no se despertó.
Consiguió calmarse después de dos horas al pensar que el despertador sonaría a las 7 como todas las mañanas y podría escapar de la prisión de su subconsciente, regocijándose en su consuelo decidió aprovechar su situación para disfrutar esa realidad, fue al cine de trasnoche, al bar, y a las 6 en punto de aquel mundo quiso disfrutar su última hora en el parque. El sol salió a lo lejos, su reloj marcó las 7, y el despertador nunca volvió a sonar. 

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