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Mostrando entradas de noviembre, 2017

Fuego camina conmigo

- ¿De que querías hablar Beatriz?  - Te quiero decir algo, hace tiempo que lo vengo pensando. Hace tiempo que vengo pensando en algo. Tengo una fantasía recurrente. No es parte de mi subconsciente. No sueño con ella. No, no. Está parada al frente de mis pensamientos, un alumno escribiendo en el pizarrón. ¿Será esa la diferencia entre los sueños y las fantasías?  Esta fantasía es sencilla. Cierro los ojos y la dibujo en la parte posterior de mis párpados. Los cuales en principio pudieran parecer un lienzo pequeño para este paisaje. Me veo caminando, de espalda, mi espalda, esa parte de mí que no veo, me imagino la distancia entre mis hombros, las imperfecciones de mi nuca, mi cabello, no importa que ropa lleve, nunca uso zapatos, ni ningún tipo de calzado, siempre voy caminando descalzo. Me detengo ocasionalmente para apretar el pastizal verde con los dedos de mis pies, como un pequeño primate que comienza a comprender la utilidad de sus extremidades. Camino sobre un extenso pastizal

El alemán

Al despertar, la única certeza fue la de estar muerto. Se auscultó como si fuese médico. Camisa a rayas de manga corta, celeste sobre blanco, pantalón pinzado y alpargatas. Tenía una caja de cigarros blanda, un encendedor chico casi sin gas y la billetera vacía. Se vio a si mismo sentado, con las piernas completamente extendidas como hacía mucho no se veía. Quizás desde la infancia. Cuando se incorporó se dio cuenta de su "chuequera". Recordó correr desordenado. Correr junto al tren, como en un cuento de Cortázar que nunca leyó pero que en ese momento parecía fresco y claro. Vio la calle de pedregullo y balastro y se sintió inundado por el recuerdo. Las zanjas a los costados. Todo. Incluso el olor a petricor, aunque no lloviera. Los rasgos en vida. Decidió explorar. No era Magallanes, pero conocía aquel páramo. Su infancia. Arcaica y pura en Tacuarembó. Diez hermanos. El mayor. La muerte de su madre. La muerte de su padre de cismar. La responsabilidad heredada. Herencia de lo

Crónica de una muerte truncada (o bien, como soltar)

- TESTIGO: Gastón Parnaso Romero, masculino, oriental, 37 años, caucásico, profesor de matemáticas, viviendo en concubinato con Dahiana Herrera Molina (38), padre de Marcio Parnaso Herrera (7). DECLARACIÓN: Lo vi cuando se iba, siempre sale un poco pasadas las cinco, no sé a donde va, pero creo que estudia, por lo general prende un cigarro en el momento en que pone un pie en la calle, pero esta vez salió fumando del apartamento, le quise decir que no fumara en el corredor del edificio, más que nada por el botija, pero paso apurado, y tenía cara de "no querer hablar con nadie". Es buen pibe, un poco raro, pero buen pibe. (...) Creo que estaba vestido con una camiseta negra con un estampado blanco, jean azul y no me acuerdo de los pies. Llevaba mochila. (...) No, no, nunca dio problemas. Cuando abandonamos el edificio supe que algo no estaba bien, yo me sentía turbado, reticente a hablar, evasivo. Tengo congelada una imagen que nunca vi, la impresión de una oración en mi cab